Capítulo IV.
Diario de Alexandru.
Día IX, Mes Juniúm, Año MCDLXXII
(09/06/1.472)
Por fin llegamos a Bistriz. La verdad es que me desagradaba la idea de quien sea decidido para abrazar a Vlad. Temía que Mircea moviera sus hilos para conseguir ese honor, y solo sabía que haría todo lo posible para que no se saliese con la suya. Y mira por donde eran temores infundados. Al parecer el mismísimo Yorak, chiquillo de Tzimisce, Señor de la Catedral de la Carne, ha manifestado su interés por Vlad. El poder que puede llegar a tener Vlad con dicha sangre es abrumador. No sé si temer o alegrarme. Solos sé que cuando Radu mencionó su nombre una copa estallo a nuestro lado. Mañana partimos.
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