viernes, 17 de junio de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo IV.
Diario de Alexandru.


Día XXIX, Mes Maiúm, Año MCDLXXII
(29/05/1.472)
 Por fin he conseguido despertar del letargo al que ese odioso ser me ha obligado. Según empezamos nuestro viaje, Mitru el cazador volvió a emboscarnos. Otra vez se presento con un montón de ghouls y otro Cainita que le cubriera las espaldas. Según nos llovieron las primeras flechas saltamos a la carretera y nos preparamos para el combate. Dado que nos superaban ampliamente en número decidí encerrar a Mitru entre paredes de magma, gracias al poder del Koldun. Si bien mi objetivo era dejarlo para el final, he de admitir que disfruté enormemente imaginando el bestial terror que asomaría a los ojos de mi jurado enemigo. A la par que la lava surgía hacia el exterior pude vislumbrar cierto reconocimiento de Shul respecto al otro vampiro. Le pregunté si era él y me contestó que sí. De esta forma se lo deje a él, era personal. En estos momentos si que hecho de menos a Markus. Mientras adquiría mi verdadera forma sólo pude ver a Leda corriendo cuan pollo descabezado, a Shul dirigiéndose hacia el otro vampiro y a Gerome siguiéndole mientras aparecía y desaparecía de la vista. La verdad es que parece que mis compañeros nunca han combatido. ¿No se dan cuenta de que primero hay que ir a por los eslabones más débiles? Ni siquiera cuando esos eslabones les disparan flechas en llamas parecen entenderlo. El caos del combate nos cubrió. En cuestión de segundos Leda yacía desjarretada en el suelo y tanto Gerome con Shul se enzarzaron con el otro Gangrel. Mientras ellos dos se batían en un intercambio de golpes sin sentido yo me tuve que encarar con toda la compañía. Al principio iba bien, sus armas se astillaban contra mis escamas y cada uno de mis zarpazos destrozaba a uno de ellos. Pero lamentablemente el traicionero Mitru consiguió escaparse de su ardiente jaula y atacarme por la espalda. Maldito cambiaformas, como odio su falta de honor en la pelea. Ante un gran enemigo y decenas de Ghouls entrenados en tácticas sucias, ni el gran Dragón pudo aguantar. Mientras Mitru me desequilibraba, las armas de sus seguidores atravesaron mi carne. Caí en el sueño reparador y todo se hizo negro. Solo me queda como consuelo la preciosa herida que adornará el pecho de Mitru durante un tiempo.
Mitru el Cazador.


Lo que ocurrió después sólo lo sé por mis compañeros de viaje. Ante mi caída parecía todo perdido, Gerone, y Shul se vieron superados, y solo cuando nuestra muerte era inminente Tiberio decidió actuar. ¡Maldito cobarde! Siendo un combatiente tremendamente hábil decidió quedarse mirando. Y cuando ya nadie le hacia caso, atacó a los pocos supervivientes por la espalda. ¿Es que todos los Gangrel son igual de sucios a la hora de combatir? La verdad es que no sé de qué me extraño, se parecen tanto a las bestias del bosque que acaban combatiendo como ellas. En fin, los ghouls murieron y Mitru volvió a escapar. Tras él dejo a su aliado, el hijo de Shul. No su chiquillo, su hijo de cuando era mortal. Tras lamerse las heridas y recuperarse en la medida de lo posible apareció, en mitad de la nada, el mentor de Shul. Y dicho mentor le ordenó que ejecutara a su hijo ahí mismo. Si antes lo hubiera ordenado, antes hubiera cometido el garrafal error. Shul se negó, aún cuando debiera haberse visto obligado por el Vinculum, Shul se negó, desvelando al Antiguo nuestra verdadera naturaleza. Por lo menos no le dio tiempo de huir. Todos se abalanzaron sobre él y Shul consumió su alma. Un Antiguo menos pero un favor más. El presente silencio de Tiberiu se comprará con otra promesa más. No hemos acabado con un favor y ya estamos debiendo otro. Que triste destino.

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