Capítulo V.
Diario de Markus Hass.
17 de Abril del año de Nuestro Señor 1493.
Dominios de Alexandru, Castillo de Schaasburg, Transilvania.
Las pesadas puertas del castillo de Alexandru se abren y asombrados, los que una vez fueron mis compañeros allí están, impasibles ante el devenir de los tiempos, reunidos de nuevo ante la luz de la misma antorcha. Gerome el Padre, Shul el Nómada, Leda la Visionaria y Alexandru el Escultor. La sorpresa recorre la sala y ninguno sabe como reaccionar. Pasan los minutos mientras atropelladamente, explico la mentira elaborada por Mircea a fin de protegerse a sí mismo y al resto del grupo. Cuento cómo mi condena les mantuvo a salvo y explico los detalles de mi encarcelamiento. Todos parecen muy alegres de que haya escapado de mi cárcel y sólo Shul comete un error. No sé si por mera ignorancia o por resaltar un hecho consabido, comenta que si yo fui el castigado es porque yo fui el que cometió el crimen.
Una niebla roja tiñe mi visión. Imágenes claras de mí mismo despedazando con mis propias manos a Shul asaltan mi mente. Mi antiguo yo no hubiera dudado en acabar con ese Gangrel desagradecido, pero por fortuna, mis ochenta años bajo tierra me han concedido cierto temple. Eso y que los demás rápidamente cambian de tema ayuda a Shul a salir del mal trago y una vez más, los cinco volvemos a ser uno. Las historias son compartidas y me entero del devenir de los últimos acontecimientos.
Dragomir ofreció a Alexandru una manera de romper las cadenas del Vínculum. Aprovechándose de esto, organizó una emboscada a Mircea y entre todos lograron acabar a duras penas con él. Excepcionalmente lacónico, Alexandru me informa de que él mismo completó el Amaranto sobre su antiguo Señor. Me pongo tenso ante la mención de la Diablerie esperando que la Bestia se revuelva con ansias de sangre Cainita pero al parecer, mi largo reposo ha conseguido ayudarme a superar mi adicción a la Vitae vampírica. Supongo que no hay mal que por bien no venga.
Informo a mis compañeros de la existencia de mi Lista. Tachado un nombre no tarda en anotarse uno nuevo. Roland de Buda ha sido visto ostentando como trofeo a mi esposa, Mariuska de Listrash. Tal afrenta queda apuntada y el suyo será el peor de los castigos. Cuando nombro los nombres de la lista algunos asienten en señal de aprobación en algunos casos o desconcierto en el caso de otros como el del todopoderoso Goratrix. Observo varios estremecimientos cuando hago alusión a los dos nombres que no pronunciaré en público. Me sorprende que crean que puedo volverme tan fácilmente contra mis propios aliados. Espero que pronto observen que no les guardo rencor alguno. Mientras acabamos de ponernos al día y mis recuerdos pasados vuelven a mi memoria llega un visitante, un mensajero de Lucita y Anatole. Una breve sonrisa surge en mis labios al saber que mi hermana pequeña sigue “viva”.
El mensajero trae una carta de suma importancia, al parecer, la hora de los Anarquistas y Antitribu ha llegado a su fin. Una alianza llamada “La Camarilla” se ha formado para acabar con los desmanes de éstos y terminar con nuestra guerra civil. Lucita nos informa que presionados por la Inquisición desde fuera, la Camarilla ha decidido acabar primero con el enemigo interior, los chiquillos rebeldes. No obstante, parecen decididos a evitar en lo posible el derramamiento de sangre por lo que se urge a todo el que lo deseé a reunirse con ellos en una reunión, un cónclave, en el pequeño pueblo de Thorns, cercano a la ciudad de Silchester. Mi hermana recomienda que de ir, viajemos en grupos, pues es sin duda una travesía no carente de peligros. La carta también incluye un pequeño recordatorio de la Gehenna. Anatole nos advierte de los signos y nos avisa de que no nos acerquemos al campo de sangre. Críptico como siempre.
La profecía de Anatole. |
Un silencio ominoso se cierne sobre nosotros cuando nos damos cuenta que puede que asistamos a una reunión sin igual. Por primera vez un cónclave de vampiros se reúne en un número tal que podría realmente marcar la diferencia. Demasiado tentador para dejarlo pasar, todos nosotros estamos de acuerdo en que debemos acudir a la cita. No obstante, ignorando el consejo de Lucita, Shul y Alexandru deciden viajar en solitario. Ambos, sobrevolarán el continente hasta llegar al estrecho. Aprovechando su capacidad de vuelo, evitarán el largo camino que nos espera al resto, un viaje hasta la costa más cercana, donde cogeremos un barco para cruzar el mediterráneo, hasta más tarde, entrar en aguas del atlántico. Shul y Alexandru se excusan debido a que según ellos, no pueden permanecer demasiado tiempo alejados de sus tierras. Sus motivos tendrán supongo.
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