lunes, 13 de junio de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo IV.
Diario de Alexandru.

Día XVIII, Mes Maiúm, Año MCDLXXII
(18/05/1.472)
¡Que vergüenza! Tan belicosa velada mancillada por otro de los viejos favores que nos persiguen. El baile fue un éxito. Todos pactaron conmigo su ayuda por la muerte de Mircea, y todos compartimos nuestra sangre para poder por fin ser libres. Cambiamos el yugo del Vinculum por la celebración de la Vaulderie. Y todavía no habíamos dejado de celebrarlo, cuando ha aparecido hoy, por mi casa, un tal Tiberiu; mensajero y siervo del conde Radu.
Tiberiu.

Como era de esperar, el favor que le debemos ha decidido pasear su horrible cara. Estoy harto de que mi palabra me ate a sucesos ocurridos tantos años atrás, y sin embargo me satisface poder dar finiquito a dichas promesas. Al parecer Tiberiu nos solicita, en nombre de su señor, que tengamos una audiencia con él en su Dominio. Parece que necesita nuestra ayuda en un asunto de suma importancia. ¿Qué necesitará el gran Radu de nosotros? Mañana partiremos. Los secretos serán nuestra compañía en el viaje. Bueno, los secretos, el noble Tiberiu (un Gangrel bastante civilizado, sea dicho de paso) y unas bestias magnificas que una vez fueron caballos.

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