Capítulo I.
Diario de Markus Hass.
4 de Julio de 1198.
Paso de Tihuta, Transilvania.
Hoy han llegado unos guardias para avisarnos de que ha habido un ataque a un grupo de campesinos. Sólo dos supervivientes han logrado llegar hasta el campamento. Cuando nos los traen para interrogarlos los supuestos campesinos se transforman en una masa de músculos, pelo, garras y dientes de casi tres metros de alto.
Garou. |
Los Garou se nos echan encima y el Padre Gerome es el más rápido en actuar. Con gran valor clavó su daga buscando el corazón y asesta un golpe muy grave al de pelaje gris. En respuesta, recibió un garrazo que lo dejó tumbado y a las puertas de la Muerte Definitiva. Cuando el Garou herido se le echaba encima para rematarlo, Alexandru atravesó su cuello hábilmente con su espada plateada, cercenando su médula espinal. Tras un par de espasmos el primero había caído. Solté la espada y me situé delante del otro. Rezando porque no dominara el arte de la lucha grecorromana chocamos en un abrazo letal. Aprovechando la sorpresa que le produjo que fuera más fuerte que él, le retorcí los brazos a la espalda en un intento de mantenerle inmóvil pues obviamente era mucho más rápido que yo. Los músculos de ambos se tensaron al máximo pero pude aguantar el envite lo suficiente para que Shul aprovechara la indefensión del licántropo y acabara con su vida en una orgía de garras Gangrel. Victoriosos de nuevo brindamos con la sangre de los lupinos y volvimos exultantes al campamento para celebrarlo y curar las graves heridas sufridas en la lucha. Tomo nota del valor mostrado por el Padre Gerome, pese a no ser un guerrero como podíamos serlo Shul, Alexandru o yo mismo, se lanzó sin dudar delante de las bestias. Este erudito Nosferatu merece respeto.
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