martes, 1 de febrero de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo I.
Diario de Sir Markus Hass
15 de Abril de 1198.
Buda, Capital de Hungría.
Mucho debo escribir acerca del día de hoy. La agitación por todo lo ocurrido apenas permite a mi mano escribir.
Al anochecer el carruaje ha llegado a su destino. El mensajero de Mircea me avisa de que no soy el único que ha sido llamado y que si quiero conocer a mis nuevos compañeros puedo visitar sus carruajes pues todos hemos esperado al anochecer para entrar en Buda ya que al parecer, registran todos los carromatos para gravar las mercancías de los comerciantes. Subiendo en mi montura Imperae me acerco cabalgando y veo a un grupo de cainitas que comienzan a acercarse con cautela. Rompo el hielo presentándome y uno a uno hacen lo mismo.
Sir Markus.

Alexandru es un Tzimisce de familia noble que parece haber recibido un entrenamiento intensivo en combate, pero dice no haber combatido en las cruzadas como yo. Viste armadura y ropajes nobles y en su actitud queda claro que discrimina de inmediato a las personas por su estrato social. Parece que inicialmente desprecia al resto del grupo excepto a mí por no tener una casa que les respalde. Debería aprender que hay talentos que florecen mejor en el barro.
Alexandru.

Gerome dice ser un religioso estudioso y un ávido buscador de conocimiento. No menciona su clan y no encuentro indicio alguno acerca de ello. Parece ligeramente introvertido en todo lo tocante a su persona pero por fortuna es bastante tolerante con el resto y dado lo variopinto de nuestro grupo sin duda espero que más de uno tome nota del sacerdote.
Gerome.

Shul es un montaraz Gangrel. Huele a tierra húmeda y actúa y habla con el desparpajo característico de un salvaje incivilizado. Sus palabras y actos son directos por lo que no puedo menos que alegrarme de que alguien del grupo no se haya convertido en un bastardo manipulador como la mayoría de nuestra Estirpe. Estoy seguro de que Alexandru sólo ve en él un campesino harapiento salido de un bosque pero yo veo en él alguien muy capaz y sin doblez.
Shul.
 
Para acabar, la doncella Leda se presenta como Malkavian y visionaria. Desde un primer momento me ha caído mal. El olor a tierra de Shul le molesta sobremanera y no puede dejar de hacer comentarios irritantes al respecto. Mientras me chirrían los dientes deseo que hubiera olido las delicias de la Segunda Cruzada que tuve el gusto de “catar” en los muros de Damasco. Por si fuera poco no deja de frotarse como una ramera con el caballo de Alexandru. Está claro que carece del más mínimo decoro y rezo porque nuestro anfitrión se de cuenta y la mande de vuelta a la mancebía de la que salió. No obstante intento aprender de mi maestro Lasombra a no dejar entrever mis sentimientos por lo que muestro indiferencia.
Leda.

Cuando intentamos profundizar ligeramente en nuestros orígenes los guardias comienzan a cerrar las puertas de la ciudad y tenemos que entrar con premura para no quedarnos fuera. Una vez en la ciudad observamos una venta de esclavos en una plaza. El Padre Gerome apela al evangelio y tacha de pecado esclavizar al prójimo. No parece que la gente le preste el menor caso. Entre la multitud destaca un noble bien vestido que no pinta mucho en una subasta tan pobre y mal organizada como ésta.
Cuando pienso en pasar de largo e ignorar a la plebe una de las esclavas arrea una patada al vendedor lanzándolo por los aires, causando el jolgorio de la multitud. Muy fuerte para una mera esclava pero el dato se me escapa en la confusión del momento. Para cuando los guardias reaccionan la muchacha ya ha echado a correr y me río mientras escapa de su inepto dueño. Desgraciadamente Alexandru decide intervenir y se lanza a caballo a través de la multitud tras la chica. Cuando la alcanza, de un puntapié en la cara la tira al suelo y la captura para devolverla a su dueño. Ignoro sus motivaciones pero me molesta pues ahora el esclavista se dispone a ejecutarla como ejemplo. Que desperdicio…
Leda decide apaciguar al esclavista usando sus dones vampíricos en mitad de la multitud y sigo con asombro la poca discreción que muestran mis compañeros. Cuando la Malkavian convence finalmente al esclavista se reorganiza la subasta y el noble desconocido ofrece una suma inalcanzable que resulta sospechosa. Cuando la pobre esclava va a ser entregada, Shul agarra la saca del noble y lanza el dinero por los aires. La multitud enloquece y se desenvainan espadas en una lucha por cada moneda de cobre. Aprovechando la confusión Shul se dirige a los dos guardias y de sendos puñetazos los manda al suelo. La esclava huye de nuevo, seguida esta vez por Shul y por yo mismo que le damos alcance en un callejón oscuro. Intento calmarla y de repente veo que la herida del puntapié ya ha sanado y me doy cuenta de que no se trata de una mera esclava, por lo que ordeno a Zorbos y a Mariuska que la oculten y protejan de ojos extraños en una taberna. Se presenta como Sherazhina Basarab y dice ser hija de una familia noble. Espero obtener algo provechoso de su gratitud por lo que olvido de inmediato todos los problemas que pueda causarme el ser asociado con los agitadores de la pelea y la esclava fugada.
Me apresuro a llegar al distrito del castillo y a las puertas de éste me reencuentro con el resto de mis compañeros cuando aparece un profeta pertrechado con una armadura y una lanza de la época romana. Le sigue una multitud que parece profesarle adoración, para mi desagrado todos llevan antorchas. El profeta se anuncia como Havnor (nombre al parecer de un dios eslavo) y comienza a recitar una sarta de profecías sin sentido. Al parecer trata acerca de la Gehena y sus ocho signos que la precederán.  El Padre Gerome se queda ensimismado y copia una por una las palabras del profeta como si fueran de un valor incalculable. Cuando acaban las profecías, Havnor comienza a recitar una oración a los difuntos en latín y sabiamente casi todo el grupo rodeamos a la turba para seguir ascendiendo hacia las puertas del distrito del castillo.
Havnor.
La profecía de Havnor.

Desgraciadamente el Padre parece esperar alguna última perla de sabiduría y decide quedarse a que acabe la oración. Al terminarla, ordena a sus seguidores que acaben con nosotros y una turba enfurecida se le echa encima. Haciendo gala de mucha agilidad se recoge el hábito y echa a correr hacia las puertas. La turba no parece que vaya a alcanzar al grupo antes de que se cierren las puertas hasta que Alexandru desenfunda la espada y declara que ningún inferior le desafía y sale indemne. Una docena de hombres con antorchas empiezan a correr hacia él. Siguiendo mi código no puedo dejar que alguien de su nivel me supere en carácter por lo que desenfundo y me cuadro a su lado para afrontar juntos la carga enemiga. En apenas unos segundos los desarrapados se nos echan encima blandiendo las antorchas y demostrando muy poca disciplina. Mi espada abate a cinco de ellos en rápida sucesión sin que ninguna de las llamas llegue a pasarme cerca. A mi espalda Alexandru demuestra que puede acompañar sus palabras con hechos y abate a cuatro fanáticos sufriendo tan sólo una pequeña quemadura. El combate acaba rápidamente y Alexandru intimida a los guardias para que abran la puerta sin tardanza y no lleguemos tarde a la reunión con nuestro anfitrión. El Padre Gerome aparece de la nada, al parecer indemne, y nos unimos con los compañeros que ya habían cruzado al otro lado.
Justo antes de entrar Leda se queda mirando a la nada y empieza a hablar sola. Resulta que no hablaba sola (esta vez al menos) ya que se oyen pasos hacia la puerta y un gran ruido al otro lado cuando un vampiro invisible salta el muro al verse descubierto por el auspex de la Malkavian. Por la descripción deducimos que es el noble cuya bolsa de oro Shul lanzó en la plaza. Hacemos amigos allá por dónde vamos…
Tras entrar por una disimulada puerta descendemos por oscuros y laberínticos túneles hasta llegar a una extraña sala. La reunión… qué decir de una reunión si cuando te abren las puertas del salón puedes ver en él a tu anfitrión gobernando una mesa en la que están sentados todos nuestros sires. Ver a tanto antiguo junto me resultó un tanto… intimidatorio.
Nos ofrecen un “refrigerio” que sólo yo rechazo cortésmente. Nuestro anfitrión hace un ligero gesto de desagrado hacia mí como si le hubiera ofendido levemente. El muy engreído quizá hubiese preferido que me alimentase a pesar de estar ahíto. Me hubiera gustado ver su cara si llego a alimentarme y empiezo a sangrar por los ojos los “excedentes” de su invitación. Posiblemente fuese la misma cara que pone cuando Alexandru, sin ningún recato, desangra a su doncella hasta que ésta cae al suelo. Sin duda es bueno tener a semejantes ignorantes del decoro en una reunión como ésta, así no hay duda de que por mal que lo hagas no serás el centro de atención.
Una vez retirada la muchacha inconsciente, se procedió a explicar la misión que nos querían encomendar. Ni más ni menos que la construcción de un castillo en el paso de Tihuta, partiendo de las ruinas de una antigua torre. Lo que parecía una misión más bien encaminada a agentes del rebaño nos era asignado a un grupo de cinco neonatos. Por si no sonara suficientemente raro, como premio se nos ofrece el principado de cuatro de las principales ciudades de la zona al oeste de Tihuta, Transilvania. En Transilvania, cuatro ciudades tienen tronos vacantes y Mircea afirma que estaría encantado de poner a sus “amigos” en posiciones de poder. Nadie regala semejantes títulos, y eso en el caso de que alguien pudiera siquiera ostentar el mando indiscutido sobre éstas como para poder regalarlas.
Nuestro anfitrión comenta que antes debemos presentarnos ante el príncipe de Bistritz, la ciudad más cercana al paso, para pedir permiso al príncipe y rendirle honores. El gobernante se llama Radu y es otro Tzimisce (que raro) al parecer amigo de Mircea. Justo cuando nos retiramos, Dzardescu deja caer que si encontramos algún tipo de escritos en la torre le gustaría que se los enviásemos “para así poder aliviar el tedio de un viejo anciano”. Curiosa forma de pedirlo cuando el resto lo ha exigido. Nos dejan tres carruajes llenos de pertrechos y nos indican que debemos de realizar nuestra obra cuanto antes. Además nos aconsejan contratar a Zelios, maestro arquitecto Nosferatu para que realice los planos, pues es el más aclamado constructor de castillos del este de Europa.
Mircea parece tener prisa y Alexandru interrumpe su retirada para preguntarle por el noble cainita de la plaza que nos ha seguido. Por la descripción deduce quién es y nos informa de que su nombre es Roland, tras lo que lanza una invectiva a Alexandru diciéndole que deje de hacerle perder el tiempo ya.
Mircea Dzardescu.

Al salir del refugio subterráneo de Dzardescu me dirijo con Alexandru a ver a Sherazhina Basarab, al parecer su familia no es sólo noble sino que se trata de una endogámica línea de sangre de ghouls Tzimisce. Según Alexandru, después de unas cuantas generaciones de ghouls Basarab ya no nacían como humanos normales, sino mejorados. No sé si sería por su linaje, pero Alexandru le pidió disculpas de manera sincera y ella las aceptó.
La noche acabó con el grupo descansando, para largarse la noche siguiente de la ciudad de Buda a la espera de que el encargo que habíamos aceptado no nos matara.

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