domingo, 6 de febrero de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo I.
Diario de Sir Markus Hass.

11 de Mayo de 1198.
Paso de Tihuta, Transilvania.
Nos ha costado sangre y mucho tiempo pero por fin hemos llegado a nuestro destino. Alcanzamos el paso de Tihuta a medianoche y cuál es nuestra sorpresa cuando encontramos invitados inesperados en nuestra torre. Dos cainitas con palas se afanan excavando entre los cimientos de la torre. Cuando nos escuchan se detienen y se giran hacia nosotros. Un hombre de cabello alborotado y mirada perdida posa la pala y alza las manos para saludarnos mientras la mujer permanece unos pasos por detrás mientras desliza sus manos discretamente hacia armas ocultas en su capa. El vampiro de cabello revuelto se presenta como Anatole, erudito del clan Malkavian y dice estar buscando escritos antiguos en la torre “abandonada”. Cuando escucha nuestras pretensiones acerca de la torre afirma que sólo quiere acceder a una biblioteca debajo de la torre y leer sus profecías. De manera desenfadada y como si nos conociera desde siempre nos pide que le echemos una mano en la excavación. Ante nuestra reticencia, la figura femenina da un paso al frente y por fin veo su cara. No puedo ocultar el asombro al ver el rostro que tantas veces he visto en los cuadros de la casa de mi sire. Antes de que diga su nombre reconozco a la bella Lucita de Aragón, segunda chiquilla de mi sire y mi hermana de sangre. 
Lucita y Anatole.

Entusiasmado insto al grupo a confiar en ambos pues pese a no haberla visto antes no puedo menos que confiar en la prole de Monçada. Doy un abrazo efusivo a mi hermana, la cual lo recibe con no poco desconcierto. Una hora después hemos abierto camino hasta los cimientos de la torre y descubrimos un pasadizo que nos lleva a la biblioteca que mencionaba Anatole. En ella encontramos una serie de pergaminos que lamentablemente no aguantan el más mínimo roce y se descomponen en polvo. También encontramos unas tablillas y una especie de disco de oro circular de unas diez pulgadas de diámetro.
El Padre Gerome y Anatole intentan descifrar las tablillas mientras Leda usa sus poderes vampíricos para obtener información acerca de la estancia y las tablillas y afirma que nadie las ha tocado en cientos de años. Un buen rato después, Anatole y Gerome, ambos con una expresión extasiada, afirman haber acabado de descifrar el texto. Al parecer estaba cifrado y sólo el sello de oro les ha permitido descubrir el significado de las tablillas. 
Tablilla

Mi conocimiento acerca de la materia es muy pobre pero me las arreglo para entender que son un mero soliloquio grandilocuente en el que al parecer alguien se jacta de haber modificado los ocho signos de la Gehenna, engañando así al resto de la sociedad vampírica. Supuestamente pretende evitar que los signos sean descifrados para que el regreso de los antediluvianos sea inevitable. Me río entre dientes recordando al loco de Buda que recitaba los símbolos como una verdad absoluta hasta que Gerome y Anatole sugieren que el autor de las tablillas podría ser un verdadero antediluviano. Al parecer sus referencias hacia un “padre oscuro” podrían ser hacia el propio Caín o a algún ente de poder semidivino. Ya no me hace tanta gracia la egolatría del texto pues bien podría estar respaldada por un auténtico poder.
Anatole nos pide que no entreguemos este conocimiento a la ligera pues “Dios ha querido que sólo nosotros lo sepamos”. Gerome parece estar de acuerdo pero Alexandru insiste constantemente en que debemos entregarle todo a Mircea. Al final alcanzamos el compromiso de enviarle una copia de las tablillas sin el sello. Así no podrá descifrar el contenido pero cumpliremos con nuestra palabra de enviarle los escritos que encontráramos. Nos despedimos de Anatole y Lucita y nos desean suerte en la empresa que tenemos por delante mientras Anatole no cesa de advertirnos de la cercanía de la Gehena.

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