martes, 2 de agosto de 2011

Crónicas de Transilvania.

Capítulo VI.
Diario de Leda.

Dia 4 de Abril de 1495.

Subterráneos bajo el castillo Bran, Transilvania.

Una vez más se reúne nuestro conjunto, los hilos de nuestro destino están anudados de modo irrevocable, por mucho que aborrezcamos sus presencias, por mucho que seamos insultadas y despreciadas debemos permanecer como el junco, doblándonos pero sin rompernos. Tan solo falta Markus.
Nuestra voluntad es poderosa y mi reino espiritual más grande.
Celios, sin dar más rodeos nos ha hecho de nuevo su petición de grabar en las más secretas paredes de un castillo los símbolos para retener al demonio Kupala en su prisión de piedra y tierra.  La recompensa es grande, pues nos ha ofrecido un maravilloso tomo cuyas páginas de oro contienen grabadas más secretos que debemos desvelar sobre la llamada Yihad. El verdadero riesgo de la misión reside en el interior del castillo, donde Celios nos ha informado que habita un viejo conocido: Vlad Draculea. 
Zelios, el arquitecto.


El recuerdo de ese espíritu caprichoso me atormenta de un modo que no soy capaz de comprender, su impronta me hace estremecer de un modo que roza entre el escándalo y la repulsión, a mí, a nosotras, que tanto hemos visto y gozado en las bacanales de nuestro señor.

Temerosos de que pudiera guardarnos algún rencor, daremos un rodeo, regresando a los terrenos de Alexandru, donde antes de visitar a Vlad, recogeremos uno de sus “mejorados” caballos como tributo, en lo que es, ni más ni menos, un banal intento de complacer a un posible tirano mortal en sus últimos días de reclusión, pues, si los cálculos no me fallan ya debe ser un anciano humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario