Capítulo III.
Diario de Alexandru.
Día XXVIII, Mes Mártium, Año MCDXIII
(28/03/1.413)
No puedo creer tal ofensa. Al llegar a mi Domino, el estandarte de Mircea ya estaba puesto junto al mío. No solo se ha atrevido a ocupar mi casa sin estar invitado, sino que también ha echado por tierra mi brillante plan.
¡¿Cómo puede estar Mircea tan ciego?! ¡¿Cómo puede dejarse dominar por el miedo de esta manera?!¡¿Cómo puede ser tan estúpido?!
Al parecer Nova Arpad es la líder de los Ventrue transilvanos. Mircea dice que henos cometido la mayor estupidez de nuestras no-vidas. Que las consecuencias pueden ser terribles y que la guerra contra los Ventrue y contra el Sacro Imperio nos debilitaría y les arrojaría a los brazos de los Tremere. Dice que para evitarlo todo debe acabar con Markus y castigarme a mí. ¿Desde cuándo es Mircea tan pusilánime? Los dragones no desaprovechamos las oportunidades que se nos presentan. Si nos ha resultado tan fácil acabar con la líder Ventrue, cuán débiles deben ser. No llego a comprender como Mircea desaprovecha la oportunidad que le hemos brindado. Aquí hay algo más, lo que Mircea busca no es el control total de nuestra Estirpe en nuestros ancestrales territorios. Lo que Mircea busca es lo que le resulta más provechoso sin arriesgar nada. Se esconde en sus telarañas como un gatito asustado y se aprovecha de los demás como si fuéramos sus marionetas. Mi Thebas me ha utilizado solo para su provecho y ahora pretende arrancarme, despojarme de mis deseos.
– Mediasch seguirá siendo del Concilio. Acabaré con Markus y sus tierras pasarán a un cainita fiel a mí. Sus arcas serán entregadas a los Ventrue como reparación. Sus siervos serán entregados a los Ventrue para que se desquiten y dejen de clamar venganza. Tu diezmo aumentara lo suficiente para subsanar tu estupidez. Además tu otro castigo se impondrá automáticamente. – dice él.
– Pero eso solo te beneficia a ti. – replico.
Como única respuesta una sonrisa pretenciosa.
Nos plegamos a sus deseos. Markus es sacrificado y yo castigado. Su poder aumenta y su sentencia pesa sobre mi cabeza. Me corta las alas, me impide mi mayor deseo, impide mi metamorfosis en dragón. Me despoja de todo mi poder y me prohíbe acceder a mi herencia ancestral. Mircea se ha negado a seguir enseñándome Koldun.
Mi Thebas me ha traicionado. Me ha abandonado a mi suerte. Ya no soy más que un juguete roto. Mi Thebas… no, ya no es mi Thebas. Ahora no es más que el tirano que posee mi cabeza. Adiós Mircea, te aseguro que esto no quedará así. Tus agravios serán castigados.
Ya no eres bienvenido.
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